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La filosofía de Aristóteles establece una distinción entre el saber teórico y el práctico, enfatizando la importancia de la virtud ética como hábito. La educación y la costumbre juegan un papel crucial en la formación del carácter, orientando las inclinaciones hacia el bien y promoviendo una vida de satisfacción y bienestar. La felicidad, según Aristóteles, es el Bien Supremo y se logra a través de la realización de la función propia del ser humano, integrando el placer como un componente esencial.
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Busca comprender la realidad sin una finalidad aplicativa inmediata
Saber hacer
Se relaciona con la producción de objetos y abarca disciplinas como la Medicina y la Arquitectura
Saber vivir
Se centra en la acción humana y su valor ético, siendo esencial para el desarrollo de la prudencia
Es una disposición adquirida mediante la práctica deliberada de actos buenos, que nos predisponen a actuar virtuosamente
La virtud ética es un hábito adquirido, no una pasión o una capacidad innata
La virtud requiere un esfuerzo consciente para dominar nuestras pasiones y tendencias naturales
Se desarrolla a través de la educación y la práctica reiterada, que establece hábitos y moldea nuestro carácter
Nos lleva a la excelencia moral, mientras que la persistencia en acciones viciosas degrada nuestro carácter
La virtud es un hábito fortalecido por la razón y promueve una vida de satisfacción y bienestar
Aristóteles diferencia entre placeres y critica las visiones que reducen la felicidad a la búsqueda de placeres sensibles
El placer es un bien, pero no el Bien Supremo según Aristóteles
Se alcanza mediante la realización de la función propia del ser humano, que incluye el placer como un elemento esencial
Es innata en los seres humanos y la educación es esencial para dirigirla hacia el bien
Se vuelven virtuosas cuando se rigen por la razón
Pueden ser necesarios para enseñar a encontrar placer en lo virtuoso