La Interrelación entre Fe, Obras y Recompensas Celestiales
La doctrina cristiana sostiene que la justificación ante Dios se obtiene por medio de la fe, pero las recompensas en el cielo se conceden en función de las obras. Esto significa que, aunque la salvación es un regalo inmerecido, las bendiciones eternas y las recompensas celestiales se asignan según la fidelidad y las acciones virtuosas de los creyentes. San Agustín interpretó que al recompensar nuestras obras, Dios en realidad está premiando su propia labor en nosotros, puesto que es Él quien nos capacita para realizar buenas obras.La Equidad de Dios en el Juicio
Las Escrituras afirman que Dios juzga sin parcialidad; todos, judíos y gentiles por igual, serán juzgados de la misma manera. Factores como el estatus social, la afiliación religiosa o el origen cultural no tienen peso en el juicio divino. En su lugar, cada individuo será evaluado según sus propias acciones. Esto resalta la imparcialidad y la justicia de Dios, quien dispensará recompensas o castigos basados únicamente en las obras de cada persona, sin considerar su procedencia o conocimiento previo de la ley divina.La Ley Moral Innata y el Juicio de los Secretos del Corazón
Pablo enseña que incluso aquellos sin conocimiento explícito de la ley de Dios, como los gentiles, actúan conforme a una ley moral innata inscrita en sus corazones. La conciencia actúa bajo la influencia de esta ley moral, acusando o defendiendo nuestras acciones, y servirá como testigo en el día del juicio. En ese momento, todos los secretos serán expuestos y juzgados por Jesucristo. Este conocimiento intrínseco de la moralidad es universal, y todos los seres humanos son responsables ante Dios por sus acciones, independientemente de su acceso a la revelación específica de la ley divina.La Imperiosa Necesidad de la Redención y la Justicia de Cristo
El análisis concluye con la urgente necesidad de la redención y la justicia de Cristo como salvaguarda en el día del juicio. La revelación de cada secreto y pecado subraya la importancia de que los creyentes estén amparados por la justicia perfecta de Cristo, ya que la justicia humana es insuficiente ante Dios. La redención se presenta como un "encubrimiento divino" que protege a los creyentes de la revelación completa de sus faltas y les permite resistir el escrutinio del juicio divino. La justicia de Cristo, otorgada por medio de la fe, es la única que puede soportar el juicio perfecto y justo de Dios.