Los derechos fundamentales y libertades públicas son pilares de la Constitución Española de 1978, asegurando igualdad ante la ley y rechazando la discriminación. Se garantiza la protección de la dignidad humana, la integridad física y moral, y se prohíbe la tortura y la pena de muerte. La libertad de expresión, el derecho a la educación y al trabajo, así como la protección social y económica, son derechos esenciales que promueven una sociedad democrática y justa.
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La Constitución Española de 1978 consagra la dignidad de la persona como valor superior de su ordenamiento jurídico
La Constitución Española de 1978 consagra la protección de los derechos fundamentales como valor superior de su ordenamiento jurídico
La Constitución Española de 1978 refleja el compromiso con la Declaración Universal de los Derechos Humanos a través de la consagración de los derechos fundamentales como valores superiores de su ordenamiento jurídico
La Constitución Española de 1978 establece que la nacionalidad española se adquiere, se conserva y se pierde de acuerdo con lo establecido por la ley
La Constitución Española de 1978 permite la doble nacionalidad para ciertos países y protege a los españoles contra la privación arbitraria de su nacionalidad
La Constitución Española de 1978 garantiza a los extranjeros en España el ejercicio de las libertades públicas y el derecho de asilo y refugio en caso de persecución por motivos políticos
La Constitución Española de 1978 fomenta la participación de los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social
La Constitución Española de 1978 garantiza el acceso en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos
La Constitución Española de 1978 garantiza el derecho a obtener la tutela efectiva de jueces y tribunales en el ejercicio de los derechos e intereses legítimos, así como la presunción de inocencia y el derecho a la defensa y asistencia letrada