La transformación del patriarcado y la comprensión del consentimiento son cruciales en la lucha contra la violencia sexual. Ana de Miguel y Geneviève Fraisse analizan cómo el consentimiento puede estar viciado por la coacción y la desigualdad de género. La legislación, como la ley 'solo sí es sí', y el movimiento #MeToo han impulsado cambios significativos en la percepción del consentimiento, mientras que la educación se presenta como una herramienta esencial para prevenir la violencia sexual y promover relaciones basadas en el respeto mutuo.
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El patriarcado ha evolucionado de un sistema abierto de coerción a uno más insidioso conocido como "patriarcado de consentimiento"
Factores como el ideal del amor romántico y las presiones sociales perpetúan una forma de coacción menos directa, pero igualmente restrictiva
El consentimiento debe ser libre de coacción, informado, específico, revocable y entusiasta
En el matrimonio infantil, el consentimiento de las menores está viciado por la ausencia de alternativas reales y la imposición de roles de género
En la prostitución, el consentimiento que se obtiene a cambio de dinero no es auténtico debido a la dinámica de poder desequilibrada y la explotación
El Protocolo de Palermo establece que el consentimiento es inválido si se da en un contexto de amenazas, coacción o abuso de poder
La Ley Orgánica 10/2022, también conocida como la ley del "solo sí es sí", enfatiza la importancia del consentimiento en la prevención y sanción de la violencia sexual
La ley requiere un consentimiento explícito y activo, eliminando la distinción entre agresión y abuso sexual
La ley también aborda la violencia sexual en el entorno digital, incluyendo la distribución no consentida de imágenes íntimas y la extorsión sexual
La filósofa Geneviève Fraisse argumenta que el consentimiento femenino a menudo está entrelazado con relaciones de dominación y no refleja una verdadera reciprocidad
Fraisse sostiene que el término consentimiento puede ser utilizado para eximir al dominante de su responsabilidad
El movimiento #MeToo ha aumentado la conciencia sobre la importancia del consentimiento sexual y ha promovido una reflexión sobre las dinámicas de poder en las relaciones sexuales
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