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El Porfiriato marcó una era de transformación y desigualdad en México bajo el liderazgo de Porfirio Díaz. Su gobierno promovió la modernización y el crecimiento económico, pero también generó descontento social y desigualdad, lo que eventualmente llevó a la Revolución Mexicana y el fin de su régimen.
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Porfirio Díaz se convirtió en el líder indiscutible de México después de su victoria en la Revolución de Tuxtepec
Derrotas y persistencia en la búsqueda del poder
A pesar de sus derrotas en elecciones anteriores, Porfirio Díaz persistió en su ambición por alcanzar el poder en México
Insurrección armada y exilio
Tras su fracaso en la Revolución de la Noria, Díaz se exilió de la escena política por un breve periodo
Porfirio Díaz lideró la Revolución de Tuxtepec y logró derrotar a Sebastián Lerdo de Tejada en la batalla de Tecoac, lo que le permitió asumir la presidencia en 1876
A pesar de su ascenso al poder, Díaz enfrentó desafíos como la falta de reconocimiento internacional y tensiones con sus seguidores
Enfoque en el desarrollo material y la modernización
Durante su presidencia, Porfirio Díaz priorizó el desarrollo económico y la modernización de México a través de la expansión ferroviaria y la modernización de las comunicaciones
Política de "poca política y mucha administración"
Díaz buscaba un gobierno enfocado en el progreso económico y la estabilidad, relegando la política partidista
A pesar del crecimiento económico, durante el Porfiriato se intensificó la desigualdad social y económica en México, con una concentración de la riqueza en pocas manos y una movilidad social limitada
La falta de oportunidades políticas y la rigidez social en el Porfiriato generaron un clima de insatisfacción entre las nuevas generaciones
Las elecciones de 1910, en las que Díaz se reeligió una vez más, cerraron las puertas a la renovación política y precipitaron el fin del Porfiriato, dando paso a la Revolución Mexicana