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Isabel I de Castilla, o Isabel la Católica, fue una figura clave en la historia de España. Su educación, matrimonio con Fernando de Aragón y lucha por el trono forjaron la unificación española. Su reinado dejó un legado de alianzas matrimoniales y políticas que moldearon la Europa de su tiempo y establecieron las bases para el tratamiento de los indígenas americanos.
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Isabel nació en 1451 en Madrigal de las Altas Torres, hija de Juan II de Castilla y su segunda esposa Isabel de Portugal
A pesar de las dificultades familiares, Isabel recibió una educación enfocada en la religión, la literatura y la administración, lo que forjó su carácter y su visión de gobierno
Tras la muerte de su padre, Isabel fue enviada a vivir a Arévalo con su madre, quien sufría de una enfermedad mental, lo que la mantuvo alejada de la corte y las intrigas políticas
Durante el reinado de Enrique IV, Castilla experimentó una gran inestabilidad política debido a las tensiones con la nobleza y la cuestionada legitimidad de Juana
En 1465, la nobleza se rebeló y proclamó a Isabel como heredera presuntiva, aunque sin reconocimiento oficial
Tras la Concordia de los Toros de Guisando en 1468, Isabel fue reconocida como la sucesora legítima y estableció su propia corte en el Alcázar de Segovia, donde comenzó a ejercer un liderazgo que la prepararía para su futuro reinado
El matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón en 1469 unió a ambos reinos y sentó las bases para la futura unificación de España
A pesar de ser primos segundos y necesitar una dispensa papal, Isabel y Fernando se casaron en un acto de desafío a la autoridad de Enrique IV
El matrimonio de Isabel y Fernando fue tanto una unión amorosa como una astuta maniobra política que cambiaría el destino de sus reinos
Tras la muerte de Enrique IV en 1474, Isabel se autoproclamó reina de Castilla en Segovia
La guerra civil que siguió a la muerte de Enrique IV fue resuelta con la victoria de Isabel y Fernando, y la firma de los tratados de Alcáçovas y Moura en 1479
Isabel aseguró la lealtad de la nobleza y la obediencia de las ciudades castellanas mediante una hábil combinación de diplomacia y fuerza militar
Isabel dejó un legado complejo y duradero, incluyendo su matrimonio con Fernando y su descendencia marcada por la tragedia
Isabel se dedicó a la educación de sus hijos y a la planificación de alianzas matrimoniales que fortalecieron la posición de Castilla en Europa
Los últimos años de su vida estuvieron marcados por la muerte de su hijo y las tensiones políticas con su yerno Felipe el Hermoso