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El ministerio profético de Jeremías en Judá abarca desde las reformas religiosas de Josías hasta el exilio en Babilonia. Testigo de la caída de Jerusalén y la efímera paz bajo Gedalías, sus profecías y lamentos reflejan una época de crisis y fe. Su legado perdura en la Biblia, siendo un símbolo de devoción y advertencia divina.
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Jeremías comenzó su labor profética en el año trece del reinado de Josías en Judá
El ministerio profético de Jeremías se extendió a lo largo de los reinados de Joacim, Joaquín y Sedequías en Judá
Aunque el libro bíblico sugiere que su actividad concluyó con el exilio, Jeremías continuó ejerciendo su ministerio entre los judíos refugiados en Egipto
Jeremías vivió en una época de grandes turbulencias, siendo contemporáneo de otros profetas y testigo de los reinados de cinco monarcas de Judá
Josías fue el único rey de Judá en esa época que se mantuvo fiel a las prácticas y creencias monoteístas, iniciando una serie de reformas para erradicar la idolatría en el reino
Tras la muerte de Josías, sus sucesores no siguieron sus pasos y Judá entró en un período de declive, convirtiéndose en un estado vasallo de Babilonia
Las profecías de Jeremías enfatizaron la importancia del arrepentimiento y la devoción a Dios, así como la caída de Jerusalén y la futura caída de Babilonia
Jeremías también profetizó contra naciones vecinas y contra Babilonia, prediciendo su futura caída
La vida y obra de Jeremías quedaron inmortalizadas en el libro de Jeremías y en Lamentaciones, ofreciendo un testimonio conmovedor de la lucha por mantener la fe y la obediencia en tiempos de crisis nacional