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La prudencia, una virtud cardinal en la filosofía de Aristóteles y Tomás de Aquino, es esencial para la ética y la toma de decisiones correctas. Este análisis epistemológico profundiza en los hábitos de la razón práctica y su perfección a través de la prudencia, destacando su relevancia en la historia de la filosofía y su aplicación en la vida cotidiana.
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La prudencia es considerada por Aristóteles como una virtud cardinal indispensable para la ética y la toma de decisiones correctas en la vida cotidiana
A través de la experiencia y la práctica de la vida virtuosa
Según Aristóteles, la prudencia no se adquiere meramente a través de la lectura o el estudio teórico, sino a través de la experiencia y la práctica de la vida virtuosa
Integración de la noción aristotélica por Tomás de Aquino
Tomás de Aquino retomó y expandió la noción aristotélica de la prudencia, integrándola en su sistema ético-teológico
Para Aquino, la prudencia es la virtud que perfecciona la razón práctica, permitiendo al individuo deliberar correctamente sobre los medios más adecuados para alcanzar un fin bueno
El entendimiento de los principios nos permite discernir lo que es verdaderamente bueno
La synesis nos ayuda a evaluar situaciones comunes
El gnome es la capacidad de juzgar adecuadamente en circunstancias excepcionales
La prudencia es definida por Aquino como la "recta ratio agibilium", o la razón correcta en asuntos de acción
La prudencia es el hábito que orienta nuestras acciones hacia el bien y la verdad en la práctica
La prudencia es vista como una perfección de la razón práctica, distinta de la razón teórica