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El magnetismo, con su origen en minerales como la magnetita, es esencial en nuestra vida diaria y en el cosmos. Los imanes, con sus polos norte y sur, generan campos magnéticos que rigen la tecnología moderna, desde la generación de electricidad hasta los trenes maglev. Los materiales se clasifican como ferromagnéticos, paramagnéticos o diamagnéticos según su reacción al magnetismo. En la astronomía, los campos magnéticos son clave para comprender la estructura de los astros. El campo magnético terrestre protege la vida en nuestro planeta y guía a las especies migratorias.
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La magnetita fue descubierta en la ciudad de Magnesia, en Turquía, y se observó su capacidad de atraer objetos de hierro
En el siglo XIX, James Clerk Maxwell formuló la teoría electromagnética, que demostró la relación entre electricidad y magnetismo
La mecánica cuántica ha proporcionado una comprensión más profunda del magnetismo a nivel atómico, especialmente en relación al espín de los electrones
Los imanes tienen dos polos, norte y sur, que ejercen atracción o repulsión según su orientación
Los polos opuestos se atraen y los polos iguales se repelen, siguiendo la regla básica del magnetismo
El campo magnético generado por un imán se representa mediante líneas de campo magnético que reflejan su naturaleza dipolar
Materiales como el hierro, el cobalto y el níquel pueden ser magnetizados de forma permanente y se convierten en paramagnéticos al superar su temperatura de Curie
Metales como el aluminio y gases como el oxígeno se magnetizan débilmente en presencia de un campo magnético, pero pierden su magnetización al retirar el campo
Materiales como el bismuto y el grafito generan una magnetización opuesta al campo aplicado, aunque esta es generalmente muy débil
El magnetismo es fundamental en el desarrollo de tecnologías como la generación de electricidad y el transporte de trenes de levitación magnética
Los campos magnéticos son esenciales para entender la estructura y evolución de cuerpos celestes como estrellas, planetas y galaxias
El campo magnético terrestre protege la biosfera de partículas solares y es crucial para la orientación de especies en sus migraciones