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La estructura terrestre, desde su origen hace 4.600 millones de años, revela un planeta con un núcleo metálico, un manto rocoso y una corteza diversa. La corteza se divide en oceánica y continental, con variaciones en composición y espesor. El manto, compuesto por peridotita y minerales de alta presión, y el núcleo, rico en hierro y níquel, son cruciales para entender la tectónica de placas y el campo magnético terrestre.
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La Tierra se formó hace 4.600 millones de años a partir de la acumulación y colisión de material cósmico en la nebulosa solar primitiva
El proceso de acreción generó un aumento de la temperatura interna y la diferenciación química y física de la Tierra
La diferenciación estableció las tres capas principales de la Tierra: el núcleo, el manto y la corteza
La corteza oceánica, formada principalmente por basalto, es más densa y joven que la corteza continental
La corteza continental es más gruesa y está compuesta por una amplia variedad de rocas, con una capa superior granítica y una inferior basáltica
La corteza oceánica es más densa y joven, mientras que la corteza continental es más gruesa y puede datar de hasta 4.000 millones de años
El manto se extiende desde la base de la corteza hasta una profundidad de aproximadamente 2.900 km
El manto está compuesto principalmente por peridotita, una roca densa con una composición de silicatos de magnesio y hierro
Bajo la influencia de la presión, la peridotita se transforma en minerales de alta presión, como la bridgmanita, en las profundidades del manto
El núcleo de la Tierra está compuesto principalmente por una aleación de hierro y níquel, con pequeñas cantidades de otros elementos como oxígeno, silicio y azufre
El núcleo externo es líquido y juega un papel crucial en la generación del campo magnético terrestre
El núcleo interno es sólido debido a la inmensa presión que contrarresta las altas temperaturas y tiene una densidad promedio de aproximadamente 13 g/cm3