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La influencia visigoda en la Península Ibérica

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La consolidación del Reino Visigodo en la Península Ibérica marcó una era de transformaciones políticas, culturales y artísticas. Tras la derrota en Vouillé, los visigodos se asentaron en Hispania, enfrentando resistencias y logrando unificar el territorio bajo el reinado de Leovigildo. La conversión al Catolicismo de Recaredo y el Liber Iudiciorum de Recesvinto fueron hitos clave. La arquitectura y orfebrería visigoda, con ejemplos como San Pedro de la Nave y el Tesoro de Guarrazar, reflejan la riqueza cultural de este periodo.

Consolidación del Reino Visigodo en la Península Ibérica

Tras su derrota ante los francos en Vouillé en 507, los visigodos, un pueblo germánico, se asentaron definitivamente en la Península Ibérica. Su dominación enfrentó la resistencia de diversos pueblos, incluyendo suevos, astures, cántabros, vascones y los remanentes del Imperio Bizantino en el sureste. Durante el reinado de Leovigildo (573–586), la monarquía visigoda consolidó su poder mediante reformas administrativas y monetarias, la reintegración de territorios y la conquista del reino suevo y de enclaves bizantinos. A pesar de los esfuerzos de Leovigildo por unificar el reino bajo el Arrianismo, su hijo Hermenegildo se rebeló tras convertirse al Catolicismo. La contienda terminó en 584 con la derrota de Hermenegildo. La unidad religiosa se alcanzó bajo el reinado de Recaredo (586–601), quien abrazó el Catolicismo en el III Concilio de Toledo en 589, consolidando la identidad cultural visigoda en Hispania. Posteriormente, el rey Recesvinto (649–672) promulgó el Liber Iudiciorum, un código legal que influiría en la legislación local futura. Las luchas internas tras la muerte de Witiza llevaron a la desestabilización del reino, facilitando la invasión musulmana y la caída del último rey visigodo, don Rodrigo, en la batalla de Guadalete en 711.
Antiguo edificio de piedra estilo visigodo con entrada en arco y ventana, techo de tejas y torre campanario en paisaje otoñal.

Características distintivas de la arquitectura visigoda

La arquitectura visigoda se distingue por su uso de la piedra sillar colocada sin argamasa y la adopción del arco de herradura, una innovación basada en técnicas romanas. Se reconocen dos fases en su evolución: la primera, desde la llegada de los visigodos hasta su conversión al Catolicismo en 589, y la segunda, a partir de este hito, cuando se intensificó la construcción de iglesias cristianas, culminando en el siglo VII. Las construcciones que perduran son principalmente iglesias rurales de planta basilical o de cruz griega, con ábsides cuadrados y cámaras laterales simétricas. En su interior, se dividen en tres naves separadas por columnas que sostienen arcos de medio punto o de herradura, y se cubren con bóvedas de cañón o aristas, apoyadas en muros robustos con escasos y pequeños vanos. Una contribución visigoda fue la iconostasis, un muro decorativo que separa la nave del altar, adornado con motivos vegetales y geométricos.

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00

Después de ser derrotados en ______ en el año ______, los visigodos se establecieron en la Península ______.

Vouillé

507

Ibérica

01

La unidad religiosa en el reino visigodo se logró con el rey ______ (______–______), quien aceptó el Catolicismo en el año ______.

Recaredo

586

601

589

02

El último rey visigodo, don ______, cayó en la batalla de ______ en el año ______.

Rodrigo

Guadalete

711

Preguntas y respuestas

Aquí tienes una lista de las preguntas más frecuentes sobre este tema

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