La filosofía cartesiana, establecida por René Descartes, utiliza la duda metódica para alcanzar verdades fundamentales. Con el 'Cogito, ergo sum' como base, Descartes construye un sistema que conecta la metafísica con la ciencia, asegurando la existencia del yo y la fiabilidad del mundo exterior. Su impacto en la filosofía moderna es innegable, marcando la transición del pensamiento medieval al moderno y sentando las bases del racionalismo y el idealismo.
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El conocimiento humano se compara con un árbol, donde las raíces representan la metafísica, el tronco la física y las ramas las ciencias particulares
La importancia de los principios filosóficos sólidos
Descartes creía que todas las disciplinas científicas deben basarse en principios filosóficos sólidos y científicamente válidos
Descartes fusiona la introspección personal con un riguroso análisis filosófico en sus obras fundamentales
Descartes desarrolló la duda metódica como una forma de escepticismo sistemático para alcanzar un conocimiento irrefutable
La búsqueda de un "punto arquimédico"
Descartes buscaba un fundamento irrefutable sobre el cual reconstruir el edificio del conocimiento
La duda metódica no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar verdades absolutas y fundamentales
La aplicación de la duda metódica lleva a Descartes a la conclusión de que mientras duda, está pensando, y por tanto, existe
Descartes concibe el "yo" no solo como una serie de pensamientos, sino como una sustancia pensante y unitaria
La claridad y distinción con la que se percibe el "cogito" se convierte en el criterio de verdad para Descartes
Tras afirmar el "cogito", Descartes se enfrenta al desafío de validar la existencia de un mundo exterior
La idea de un ser perfecto y veraz
Descartes argumenta que la idea de un ser perfecto y veraz no puede originarse en una mente finita y falible
La existencia de Dios asegura que las ideas claras y distintas corresponden a realidades externas, validando así el conocimiento científico y matemático