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La transformación de la física desde Aristóteles hasta Galileo es fascinante. Aristóteles dividió el cosmos en mundos sublunar y supralunar, con movimientos naturales y violentos. Críticos como Juan Filopón y Avempace desafiaron sus ideas sobre la gravedad, mientras que la Teoría del Ímpetu y los avances en artillería impulsaron la comprensión del movimiento proyectil. Niccolò Tartaglia y Galileo Galilei hicieron contribuciones significativas, con Galileo demostrando la trayectoria parabólica de los proyectiles.
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El mundo sublunar comprendía la Tierra y su atmósfera, y era el escenario de fenómenos naturales y cambios constantes
El mundo supralunar se extendía más allá de la esfera de la Luna y era el dominio de los cuerpos celestes, gobernados por el éter
La división del cosmos en mundo sublunar y supralunar reflejaba una jerarquía de perfección, con la Tierra en el centro y los cielos como la máxima expresión de orden y divinidad
Los movimientos naturales seguían una trayectoria recta hacia arriba o hacia abajo, dependiendo de la naturaleza del objeto
Los movimientos violentos eran impuestos y contrarios a la tendencia natural del objeto, como cuando una piedra es lanzada al aire
La conceptualización de los movimientos naturales y violentos era esencial para la comprensión aristotélica de la física y la mecánica en el mundo sublunar
Filósofos como Juan Filopón y Simplicio cuestionaron la afirmación aristotélica de que los cuerpos más pesados caen más rápido que los más ligeros
La física aristotélica no podía explicar adecuadamente fenómenos como el vuelo de los proyectiles, el magnetismo o las mareas
La incapacidad de la física aristotélica para explicar ciertos fenómenos indicaba la necesidad de una nueva teoría que pudiera abordar la causa del movimiento sin la presencia constante de un motor
La Teoría del Ímpetu ofreció una explicación alternativa al movimiento de los proyectiles, basada en una fuerza inicial impartida al objeto
El desarrollo de la artillería y el uso de la pólvora transformaron la guerra, haciendo esencial el conocimiento preciso de las trayectorias de los proyectiles
Niccolò Tartaglia propuso que la trayectoria de un proyectil se componía de tres fases distintas: un tramo recto inicial, una curva descendente y una caída vertical final