La intervención social se enfoca en clasificar y modificar conductas humanas para mejorar el bienestar individual y social. Se utilizan técnicas como el refuerzo positivo y negativo, y el control de estímulos, para promover conductas adecuadas y disminuir las inadecuadas. Estas estrategias se basan en principios de aprendizaje y se adaptan a las necesidades específicas de cada individuo, buscando la generalización de comportamientos positivos en diversos contextos.
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Las conductas se clasifican en función de sus consecuencias, su proceso de elaboración y su forma de manifestación
Las conductas adecuadas producen resultados positivos, mientras que las inadecuadas generan efectos negativos
Conductas estereotipadas
Son respuestas automáticas y preprogramadas
Conductas aprendidas
Se adquieren y realizan intencionadamente hasta automatizarse
Conductas complejas
Requieren un proceso de razonamiento y pueden variar según el contexto
Se emplean para fomentar conductas adecuadas y minimizar o erradicar las inadecuadas
Las técnicas se basan en principios de aprendizaje, como el refuerzo y el castigo
El refuerzo positivo se utiliza para incentivar la repetición y perfeccionamiento de conductas deseables
El refuerzo negativo implica la eliminación de un estímulo desagradable para aumentar la probabilidad de repetición de una conducta deseada
Técnica que se enfoca en identificar y manipular los estímulos que preceden a una conducta deseada para incrementar su probabilidad de ocurrencia