La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto crucial que determinó el futuro político de España y Europa. Tras la muerte de Carlos II, la disputa entre Felipe de Anjou y el archiduque Carlos desató una guerra que involucró a las grandes potencias. Las consecuencias incluyeron la reconfiguración territorial europea, el ascenso de la Casa de Borbón en España y una serie de reformas internas que transformaron la estructura política, económica y social del país.
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La muerte de Carlos II de España sin herederos desencadenó la Guerra de Sucesión Española
Pretendientes al trono
La disputa por la sucesión enfrentó a dos principales pretendientes: el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou
Nombramiento de Felipe de Anjou como sucesor
Carlos II nombró a Felipe de Anjou como sucesor en su testamento, buscando preservar la paz y evitar la fragmentación del imperio español
Ante la elección de Felipe de Anjou como Felipe V de España, Inglaterra, las Provincias Unidas y el Sacro Imperio Romano Germánico formaron una alianza para apoyar al archiduque Carlos como legítimo heredero al trono español
La Guerra de Sucesión Española se caracterizó por una serie de victorias y derrotas en ambos bandos
Mientras que la Casa de Borbón encontró apoyo en Castilla, en la Corona de Aragón hubo resistencia debido al temor a un gobierno centralizado
La victoria borbónica en la batalla de Almansa en 1707 fue decisiva y llevó a la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, que abolieron las leyes e instituciones propias de Aragón y Valencia
La muerte del emperador José I y la ascensión de Carlos de Austria al trono imperial alteraron la dinámica de la guerra
Los tratados de Utrecht, Rastatt y Baden pusieron fin a la Guerra de Sucesión Española en 1713 y 1714, redibujando el mapa político de Europa
Los tratados establecieron un nuevo equilibrio de poder en Europa, limitando la influencia francesa y configurando alianzas que perdurarían durante décadas
Con la consolidación de Felipe V en el trono, se llevaron a cabo una serie de reformas inspiradas en el absolutismo francés
Los Decretos de Nueva Planta suprimieron las estructuras políticas y jurídicas de la Corona de Aragón, extendiendo la legislación castellana a todo el reino y centralizando la administración
Se adoptó la Ley Sálica, que excluía a las mujeres de la sucesión al trono, y se limitó el poder eclesiástico mediante políticas regalistas y la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767