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La Revolución Mexicana marcó un cambio profundo en México, iniciada por desigualdades y la dictadura de Porfirio Díaz. La promesa de Francisco I. Madero y la resistencia de Emiliano Zapata contra la opresión, así como la traición de Huerta, definieron la lucha por la justicia social y la reforma agraria, dejando un legado de resistencia en Latinoamérica.
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Las haciendas eran extensas propiedades agrícolas que representaban la riqueza y el poder de la élite terrateniente en México
La mayoría de la población rural vivía en condiciones precarias, en contraste con la vida lujosa de los hacendados
Los hacendados ejercían un control casi feudal sobre los campesinos, quienes se rebelaban frecuentemente contra su explotación
Porfirio Díaz se mantuvo en el poder por más de 30 años a través de elecciones manipuladas y una política represiva
La disidencia era reprimida y la prensa estaba controlada por el régimen de Díaz, con elogios hacia el presidente
Francisco I. Madero desafió abiertamente al régimen de Díaz con su plataforma anti-reeleccionista, captando el apoyo popular
El Plan de San Luis, proclamado por Madero, denunciaba el fraude electoral y convocaba a la insurrección contra Díaz
El Plan de San Luis también proponía la restitución de tierras a los campesinos, uniendo la reforma agraria con la lucha política
El llamado a las armas de Madero encontró eco en una población rural y urbana descontenta con la situación socioeconómica en México
La revolución inició con múltiples levantamientos campesinos y obreros en todo el país
La toma de Ciudad Juárez por las fuerzas maderistas demostró la efectividad de la lucha armada contra el régimen de Díaz
A pesar de la caída de Díaz y la llegada de Madero al poder, la falta de cumplimiento de las demandas de reforma agraria generó desilusión y mantuvo activos a varios grupos armados