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Los músculos esquelético, liso y cardíaco son fundamentales para la movilidad y funciones vitales del cuerpo. Cada uno posee características únicas, desde la contracción voluntaria hasta la regulación involuntaria. La estructura de las fibras musculares y los procesos bioquímicos subyacentes permiten la contracción y relajación, esenciales para la homeostasis y la respuesta a estímulos.
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El músculo esquelético se caracteriza por su capacidad de contracción voluntaria y su apariencia estriada
El músculo esquelético está inervado por el sistema nervioso somático, permitiendo el control consciente de los movimientos
El músculo esquelético está compuesto por haces de fibras musculares envueltas en una membrana plasmática y contiene miofibrillas y un retículo sarcoplásmico especializado
El músculo liso se encuentra en las paredes de órganos internos y su actividad es involuntaria, regulada por el sistema nervioso autónomo y hormonas
El músculo liso puede ser unitario o multiunitario, dependiendo de si las células están eléctricamente acopladas o no
La contracción del músculo liso es controlada por la proteína calmodulina y la cinasa de cadena ligera de miosina, activadas por el aumento de iones de calcio en el citosol
El músculo cardíaco combina características del músculo esquelético y liso, siendo estriado y controlado tanto intrínsecamente como por el sistema nervioso autónomo y hormonas
El músculo cardíaco es esencial para el bombeo de sangre y el mantenimiento de la circulación en el cuerpo humano
La frecuencia y fuerza de los latidos cardíacos son ajustados por hormonas como la adrenalina y el sistema nervioso autónomo