La transición de la economía preindustrial a la Revolución Industrial transformó la sociedad con avances en la agricultura y la tecnología. La mecanización y la energía a vapor impulsaron la producción, mientras que las leyes de cercamiento y la urbanización fomentaron el cambio social y económico, preparando el terreno para una era de industrialización y crecimiento demográfico.
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La agricultura preindustrial se caracterizaba por una capacidad productiva limitada y sujeta a las variaciones climáticas
Campos abiertos
El sistema de cultivo predominante en la agricultura preindustrial era el de campos abiertos, que consistía en parcelas sin cercar y de uso comunal
Rotación trienal y barbecho
En los campos abiertos, se practicaba la rotación trienal y el barbecho para mantener la fertilidad del suelo
La ganadería preindustrial no tenía zonas de pastoreo delimitadas, lo que podía causar daños a los cultivos
A finales del siglo XVIII, Inglaterra presentaba condiciones favorables para el inicio de la Revolución Industrial, como una agricultura avanzada y un gobierno que fomentaba la innovación y el desarrollo económico
Las leyes de cercamiento permitieron la creación de propiedades privadas y mejoraron la eficiencia agrícola, lo que fue fundamental para la transición hacia una economía industrializada
Los cambios en la propiedad de la tierra y en la organización del trabajo agrícola en Inglaterra beneficiaron a los terratenientes y desplazaron a los campesinos más pobres
El proceso de cercamiento de tierras impulsó la migración de la población rural hacia las ciudades, proporcionando una abundante mano de obra para las fábricas
La concentración de la propiedad agrícola y la venta de tierras por parte de pequeños propietarios aumentaron la desigualdad económica en Inglaterra
El avance en la agricultura y la producción de alimentos contribuyeron al aumento demográfico y a la disminución de la mortalidad en Inglaterra, lo que fortaleció la base demográfica necesaria para el desarrollo industrial