La evolución biológica es evidenciada por fósiles que muestran cambios en las especies, la biogeografía que explica la distribución de organismos, y la anatomía comparada que revela estructuras homólogas. Las similitudes embriológicas y la selección artificial también aportan pruebas, mientras que a nivel molecular, el ADN y las proteínas reflejan un ancestro común. Ejemplos como la polilla Biston betularia ilustran la evolución poblacional en acción.
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Las bacterias pueden cambiar rápidamente en respuesta a la presión selectiva, demostrando la evolución en tiempo real
La selección intencional de rasgos deseables en plantas y animales demuestra cómo se pueden dirigir los cambios evolutivos
El cambio en la frecuencia de los alelos en la población de polillas en Inglaterra es un ejemplo de selección natural y adaptación en respuesta a cambios ambientales
El estudio de fósiles revela una progresión de formas de vida a lo largo del tiempo, lo que sugiere un patrón de evolución
La distribución de especies en el espacio y el tiempo proporciona pruebas convincentes de la evolución, como la diversificación de los camélidos en distintos continentes
Las similitudes y diferencias en la estructura de los organismos y en las etapas tempranas del desarrollo apoyan la idea de un linaje evolutivo compartido
La comparación de secuencias moleculares entre diferentes organismos revela patrones de similitud que respaldan un árbol evolutivo común
La presencia de componentes moleculares esenciales en todas las formas de vida subraya la unidad fundamental de la vida y la descendencia de un ancestro común