La autonomía personal es esencial para una vida independiente y digna. Incluye actividades básicas, instrumentales y avanzadas de la vida diaria (AVD), y su desarrollo es clave para la integración social. La Ley de Autonomía Personal clasifica la dependencia en tres grados y destaca la importancia de la autodeterminación y el desarrollo de habilidades para la independencia.
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La autonomía personal es la capacidad de tomar decisiones y realizar actividades básicas de la vida diaria sin asistencia
La atención psicosocial es fundamental para fomentar la independencia y autodeterminación de las personas
Las AVD se dividen en básicas, instrumentales y avanzadas, y su realización autónoma es un indicador crucial de la independencia de una persona
La autodeterminación enfatiza el respeto por las decisiones y preferencias individuales, promoviendo que la persona sea el agente principal de su propia vida y bienestar
La elección, la toma de decisiones y la asunción de responsabilidades son habilidades que permiten a las personas ejercer control sobre su vida, libres de influencias externas indebidas
La Ley clasifica la dependencia en tres niveles: moderada, severa y gran dependencia
La dependencia puede surgir por la pérdida de habilidades previamente adquiridas o por la ausencia de desarrollo de dichas habilidades
Las HAP son un conjunto de capacidades que posibilitan a una persona llevar a cabo tareas y actividades de forma independiente
El proceso de adquisición de hábitos de autonomía personal se divide en planificación, aprendizaje, automatización y consolidación
El proceso exige la participación activa del individuo y el soporte continuado de profesionales, como los Técnicos en Atención a Personas en Situación de Dependencia (TAPSD)