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La estructura tripartita del alma de Platón y su dualismo epistemológico marcan un legado en la filosofía de San Agustín. Ambos pensadores abordan la relación entre alma y cuerpo, la búsqueda de la verdad y la ética desde perspectivas que, aunque distintas, convergen en la priorización del alma sobre lo corpóreo. La influencia platónica se refleja en la teoría de la iluminación y la visión ética y política de San Agustín, quien integra estos conceptos en su pensamiento cristiano.
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Platón divide el alma en tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible, cada una con sus funciones y virtudes específicas
Las clases sociales en la utopía política de Platón
Según Platón, las tres partes del alma corresponden a las clases sociales de su utopía política: los gobernantes filósofos, los guardianes y los productores
Para Platón, la ética busca el equilibrio y la armonía entre las tres partes del alma
Según Platón, existe una diferencia fundamental entre el mundo sensible, sujeto a cambio, y el mundo de las Ideas, eterno e inmutable
La participación de los objetos sensibles en las Ideas
Según Platón, los objetos sensibles imitan o participan de las Ideas, que son las verdaderas realidades
Platón propone la dialéctica como método para ascender del conocimiento sensible al inteligible y alcanzar la comprensión de la Idea del Bien
San Agustín incorpora elementos del platonismo en su pensamiento, especialmente en su concepción del conocimiento y la relación entre la fe y la razón
Según San Agustín, Dios ilumina el alma para permitirle acceder a la verdad
San Agustín considera al alma como la esencia del ser y al cuerpo como su morada temporal
San Agustín enfoca la ética desde una perspectiva cristiana, buscando la felicidad y la verdad
San Agustín destaca la importancia del libre albedrío para elegir entre el bien y el mal
San Agustín contrasta la ciudad terrenal, marcada por el egoísmo, con la ciudad celestial, guiada por el amor y la justicia divina