El tejido muscular es fundamental para el movimiento y la estabilidad del cuerpo humano, compuesto por fibras musculares que permiten la contracción y la locomoción. Este tejido se clasifica en estriado esquelético, cardiaco y liso, cada uno con funciones y características únicas. Además, el tejido muscular juega un rol clave en la termorregulación y la circulación sanguínea, y posee una capacidad regenerativa que varía según el tipo de músculo.
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Las fibras musculares son células especializadas que componen el tejido muscular y son responsables de su capacidad de contraerse
El tejido conectivo que rodea las fibras musculares proporciona soporte estructural y facilita la transmisión de fuerzas durante la contracción muscular
El tejido conectivo también es esencial para la distribución de vasos sanguíneos y nervios que permiten la nutrición y la innervación de las células musculares
La capacidad de contraerse del tejido muscular es esencial para el movimiento y diversas funciones fisiológicas
El tono muscular es la tensión residual que se mantiene en reposo y es vital para la postura y la estabilidad corporal
Además de la locomoción, el tejido muscular desempeña funciones esenciales como la termorregulación, la circulación sanguínea y la protección de órganos vitales
El tejido muscular estriado esquelético permite el movimiento voluntario y la estabilidad articular y se caracteriza por células multinucleadas y una matriz de tejido conectivo
El tejido muscular estriado cardiaco se encuentra en el corazón y se compone de células ramificadas con capacidad limitada de regeneración
El tejido muscular liso se encuentra en órganos huecos y se caracteriza por su contracción involuntaria y capacidad moderada de regeneración