Las aguas continentales, incluyendo ríos, lagos y acuíferos, son vitales para la vida y la sociedad. Su distribución afecta la biodiversidad y la economía, con variaciones desde regiones húmedas hasta zonas áridas. Los ríos contribuyen al paisaje y la civilización, mientras que las desembocaduras, como deltas y estuarios, son esenciales para la biodiversidad. Los lagos y lagunas se diferencian por tamaño y salinidad, y las aguas subterráneas son una fuente crucial de agua potable, aunque vulnerables a la sobreexplotación.
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Los ríos se originan en fuentes como el deshielo, manantiales, lagos y precipitaciones
Los ríos se clasifican en pluviales, nivales y freáticos según su fuente principal de alimentación
Los ríos evolucionan desde etapas juveniles, con fuerte erosión, hasta etapas maduras y seniles, donde predominan la sedimentación y la meandrización
Las desembocaduras de los ríos pueden ser deltas, estuarios o barras
Las desembocaduras de los ríos son cruciales para la biodiversidad, la pesca, la navegación y la economía
Los lagos y lagunas se diferencian en tamaño, profundidad y salinidad
Los lagos se originan por procesos tectónicos, volcánicos, glaciares y cársicos
Los lagos tienen una dinámica hidrológica que afecta su nivel de agua y pueden ser permanentes o temporales
Las aguas subterráneas se originan cuando el agua de la superficie se infiltra a través del suelo y las rocas permeables
Las aguas subterráneas son especialmente importantes en regiones áridas, donde pueden crear oasis y son una fuente vital de agua potable
La sobreexplotación y contaminación de las aguas subterráneas pueden llevar a problemas ambientales graves