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La macroeconomía se centra en el crecimiento económico, el empleo y la estabilidad de precios para evaluar la salud económica de un país. El PIB y la tasa de desempleo son indicadores clave, mientras que la inflación y la política monetaria juegan roles cruciales en la estabilidad económica. Los objetivos secundarios incluyen el manejo del déficit público, la balanza de pagos y el tipo de cambio, esenciales para la política económica.
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El PIB mide el valor total de los bienes y servicios producidos en un país durante un año
El PIB potencial representa la capacidad máxima de producción de una economía sin generar presiones inflacionarias
Las políticas monetarias y fiscales son herramientas utilizadas para influir en la actividad económica y estabilizar las fluctuaciones del PIB real
El nivel de empleo refleja la salud económica de una nación y tiene un impacto directo en el bienestar de sus ciudadanos
La tasa de desempleo indica el porcentaje de la fuerza laboral que está buscando activamente trabajo pero no lo encuentra
La tasa natural de desempleo corresponde al nivel de desempleo que una economía puede sostener a largo plazo sin generar presiones inflacionarias
La inflación refleja el aumento porcentual en el nivel general de precios durante un período específico
La deflación puede llevar a una reducción del consumo y la inversión, lo que a su vez puede desencadenar una recesión
Las políticas monetarias y fiscales son herramientas utilizadas para combatir la deflación y estimular la economía
El déficit público puede influir en las tasas de interés y la inversión privada si el endeudamiento público es excesivo
La balanza de pagos refleja las transacciones económicas de un país con el resto del mundo y un desequilibrio puede indicar una dependencia excesiva de financiamiento externo
El tipo de cambio afecta la competitividad de las exportaciones y las importaciones y puede ser un instrumento de política económica para influir en la estabilidad macroeconómica