La España de los siglos XVI y XVII vivió una época de estratificación social, expansión imperial y conflictos internos. La nobleza y el clero dominaban la cúspide social, mientras que la burguesía y el campesinado enfrentaban dificultades económicas. Los reinados de Carlos I y Felipe II se caracterizaron por una política religiosa enfocada en la unificación católica y la lucha contra herejías. La Monarquía Hispánica, en su apogeo y posterior declive, culminó con la Guerra de Sucesión y el cambio dinástico a los Borbones.
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La sociedad española de los siglos XVI y XVII estaba dividida en estamentos, con la nobleza y el clero en la cúspide
Títulos de hidalguía y privilegios legales
La nobleza consolidaba su poder mediante títulos de hidalguía y privilegios legales
Influencia del clero en la educación y la política
El clero se expandía y ejercía influencia en la educación y la política
La estructura estamental afectaba negativamente a la burguesía y al campesinado, quienes sufrían endeudamiento y empobrecimiento
La política religiosa durante los reinados de Carlos I y Felipe II se centró en la unificación católica y la supresión de herejías mediante la Inquisición y la censura
Se promovió la limpieza de sangre para mantener la pureza del linaje cristiano
Felipe II siguió el Concilio de Trento y la Compañía de Jesús para fomentar una corriente mística dentro del catolicismo
La expansión imperial de España alcanzó su apogeo durante los reinados de Carlos I y Felipe II
El siglo XVI en España fue testigo de conflictos internos significativos, como las revueltas de las Comunidades y las Germanías
Lucha contra el Imperio otomano
La defensa del catolicismo y los intereses dinásticos llevaron a enfrentamientos con el Imperio otomano, detenido en Lepanto
Conflicto con los Países Bajos
La prolongada guerra con los Países Bajos derivó en su división y la independencia de las Provincias Unidas
Durante el siglo XVII, la Monarquía Hispánica comenzó a declinar bajo los Austrias Menores, enfrentando crisis demográficas, económicas y militares, así como pérdidas territoriales
A pesar del declive, el Siglo de Oro brilló en las artes y la literatura
La monarquía no evolucionó hacia un absolutismo centralizado y los reyes dependieron de los "validos" para gobernar
La política exterior se centró en mantener la hegemonía, pero culminó en la pérdida de influencia y en conflictos internos como la sublevación de Cataluña y la independencia de Portugal