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La Restauración de Alfonso XII marcó un cambio en España con la Constitución de 1876, estableciendo un sistema canovista basado en la alternancia de poder y el caciquismo. Este período vio el fin de conflictos como la guerra carlista y la guerra en Cuba, aunque el fraude electoral y el control caciquil limitaron la democratización.
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Las fuerzas conservadoras lideradas por Antonio Cánovas del Castillo se movilizaron para reinstaurar la monarquía en España
Antonio Cánovas del Castillo creó el Partido Alfonsino con el objetivo de aglutinar a los monárquicos y consolidar el apoyo de la aristocracia, la burguesía, el ejército y la Iglesia
En diciembre de 1874, Alfonso XII emitió el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, que esbozaba los fundamentos de la futura monarquía constitucional
La Constitución de 1876 se caracterizaba por su moderación y adaptabilidad, permitiendo el desarrollo de futuras legislaciones y consagrando la cosoberanía entre las Cortes y la Corona
Las Cortes se estructuraban en dos cámaras: el Congreso de los Diputados, de elección popular, y el Senado, con miembros nombrados por el rey y otros electos
La constitución reconocía la tolerancia religiosa y proclamaba una serie de derechos sujetos a regulación por leyes ordinarias
La Restauración borbónica debilitó significativamente el movimiento carlista, que culminó con su rendición en 1876 y la abolición de los fueros tradicionales
La firma de la Paz de Zanjón en 1878 puso fin a la guerra en Cuba, prometiendo amnistía y reformas políticas
El bipartidismo y la alternancia de poder entre conservadores y liberales proporcionaron una estabilidad relativa en el sistema político
El proceso electoral estaba controlado por el ministro de la Gobernación y los caciques, quienes aseguraban la elección de los candidatos oficiales mediante prácticas corruptas
El sistema caciquil se basaba en una red de favores y clientelismo que permitía a los caciques ejercer un poder desmedido sobre la población local
A pesar de las reformas progresistas, el fraude electoral y el caciquismo limitaron la democratización real del sistema político