El sistema circulatorio es esencial para el transporte de sangre, oxígeno y nutrientes por todo el cuerpo. Incluye el corazón, arterias, capilares y venas, y su funcionamiento se basa en principios como la ley de Ohm y la ley de Frank-Starling. La eficiencia cardíaca y el gasto cardíaco son vitales para la salud, y pueden verse afectados por factores fisiológicos y patológicos.
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La circulación sistémica es responsable de llevar sangre oxigenada desde el corazón a los tejidos y devolver sangre desoxigenada al corazón
La circulación pulmonar es la encargada de intercambiar gases en los pulmones
El corazón es el órgano central que impulsa la sangre a través del sistema circulatorio
La sangre es expulsada del corazón a través de las arterias
En los capilares, la sangre ralentiza su velocidad para permitir un intercambio eficiente de nutrientes y desechos con las células
La sangre es recogida por las vénulas y transportada por las venas de regreso al corazón
La velocidad del flujo sanguíneo se ajusta a las demandas metabólicas de los tejidos
La presión arterial se mantiene constante a pesar de las variaciones en el flujo sanguíneo
Según la ley de Ohm, el flujo sanguíneo es proporcional a la diferencia de presión y es inversamente proporcional a la resistencia vascular
El gasto cardíaco se ajusta en respuesta a las necesidades fisiológicas del cuerpo
La ley de Frank-Starling establece que un mayor volumen de sangre que ingresa al corazón durante la diástole conduce a una contracción más potente
La frecuencia cardíaca y el volumen de eyección interactúan para determinar el gasto cardíaco
La estimulación simpática aumenta la frecuencia y la fuerza de las contracciones cardíacas, mejorando la eficiencia del corazón
La hipertrofia del músculo cardíaco puede aumentar la eficiencia del bombeo
Condiciones como hipertensión arterial, enfermedades de las válvulas cardíacas y bloqueos en las arterias coronarias pueden disminuir la eficacia cardíaca