Las transformaciones socioeconómicas de la Revolución Industrial y el papel de las mujeres en el siglo XIX fueron cruciales para el origen del trabajo social. Este campo ha evolucionado hacia una práctica reflexiva y ética, buscando una metodología científica para abordar la complejidad social y promover el cambio. La profesionalización y la teoría del trabajo social reflejan la necesidad de comprender y actuar en la realidad social con un enfoque crítico y fundamentado.
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La Revolución Industrial cambió profundamente la estructura social y económica de las sociedades
La Revolución Industrial puso de manifiesto las desigualdades y las difíciles condiciones de vida de la clase trabajadora
La Revolución Industrial impulsó una reflexión sobre la libertad económica y la justicia social
En respuesta a las desigualdades y condiciones de vida de la clase trabajadora, surgieron organizaciones caritativas
El trabajo social se consolidó como una profesión dedicada a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos
Las iniciativas de trabajo social sentaron las bases para el desarrollo del Estado de bienestar en el siglo XIX
A pesar de la desigualdad de género, las mujeres desempeñaron un papel esencial en la esfera doméstica y en la construcción de la cohesión social
A pesar de su papel fundamental, la contribución de las mujeres en el siglo XIX fue a menudo invisibilizada
Las mujeres enfrentaron restricciones en su acceso a la vida pública a pesar de su contribución en la esfera doméstica y social
El trabajo social busca fundamentar sus prácticas en un conocimiento riguroso
El trabajo social integra teorías de diversas disciplinas para comprender la complejidad social
Los profesionales de trabajo social deben tener una autorreflexión crítica y aplicar conocimientos de manera pertinente en la práctica social