El síndrome de Estocolmo describe la empatía y afecto que pueden desarrollar las víctimas hacia sus captores, incluso en contextos de violencia doméstica. Este fenómeno psicológico, que no es universal, surge en situaciones de cautiverio y puede complicar la recuperación y la justicia. La comprensión de sus fases y causas es vital para apoyar a los supervivientes de trauma.
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El síndrome de Estocolmo es un complejo fenómeno psicológico en el que una persona secuestrada muestra empatía, simpatía o afecto hacia su captor
Interpretación errónea por parte de la víctima
La víctima puede interpretar erróneamente el vínculo emocional inesperado como un acto de cuidado o bondad por parte del secuestrador
La presencia del síndrome de Estocolmo puede variar en intensidad en diferentes situaciones de secuestro
El término "síndrome de Estocolmo" fue acuñado por el criminólogo y psiquiatra Nils Bejerot después del robo a un banco en Estocolmo, Suecia, en 1973
Uno de los ejemplos más notorios del síndrome de Estocolmo es el caso de Patricia Hearst, heredera de un imperio mediático, quien en 1974 fue secuestrada y posteriormente pareció colaborar con sus captores en actividades criminales
La dependencia de la víctima hacia el captor para la satisfacción de necesidades básicas es una de las causas subyacentes del síndrome de Estocolmo
La percepción de una amenaza compartida puede llevar a la víctima a desarrollar una alianza psicológica con el captor como mecanismo de defensa
La identificación con el agresor puede ser una estrategia inconsciente de supervivencia en situaciones de cautiverio prolongado
El síndrome de Estocolmo se ha documentado en una amplia gama de situaciones de cautiverio y abuso, incluyendo secuestros, violencia doméstica y prisioneros de guerra
También se ha observado el síndrome de Estocolmo en contextos organizacionales y religiosos, donde las dinámicas de poder y control pueden facilitar la formación de lazos emocionales similares