El centralismo en México surgió como respuesta conservadora a la inestabilidad del federalismo, llevando a la creación de las Siete Leyes en 1836. Líderes como Santa Anna fluctuaron entre el poder y la autoridad, mientras conflictos internos y externos, como la Guerra México-Estadounidense, culminaron en la pérdida de territorio mexicano. Eventualmente, la Segunda República Federal y las Leyes de Reforma buscaron establecer un México más liberal y democrático.
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El federalismo y el centralismo eran dos sistemas políticos opuestos que generaron un debate en México
Los conservadores, conocidos como "hombres de bien", promovían el centralismo como una forma de mantener la unidad nacional
En 1835, los conservadores lograron imponer un gobierno centralista y abolir la Constitución Federal de 1824
Las Leyes Constitucionales de 1836 establecieron la religión católica como la religión oficial de México
Las Leyes Constitucionales de 1836 establecieron un Supremo Poder Conservador por encima de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial
Las Leyes Constitucionales de 1836 reorganizaron el territorio mexicano en departamentos centralizados
Las Leyes Constitucionales de 1836 limitaron el sufragio y la elegibilidad para cargos públicos a ciudadanos con cierto nivel de riqueza o propiedades
El periodo del centralismo en México estuvo marcado por la inestabilidad política y las luchas por el poder entre distintos caudillos militares
La fragilidad del régimen centralista fue evidente para las potencias extranjeras y propició intervenciones y la pérdida de territorio para México
Santa Anna fue una figura protagónica y controvertida durante la era del centralismo en México
Santa Anna era conocido por su habilidad para alternar su apoyo entre el centralismo y el federalismo según su conveniencia
Santa Anna gobernó de manera autoritaria y personalista durante su periodo en el poder