La Guerra Cristera en México, entre 1926 y 1929, fue una respuesta armada de los cristeros contra las políticas anticlericales del gobierno posrevolucionario. Campesinos y fieles, motivados por la defensa de su fe, se enfrentaron a la represión estatal. La mediación de EE.UU. y el diálogo con la Iglesia culminaron en acuerdos que restablecieron el culto público y la paz. Este conflicto subraya la influencia de la Iglesia en la sociedad mexicana y la importancia de la libertad religiosa.
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Carranza intentó reformar la Constitución para calmar las tensiones
Liderado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles
Marcó un periodo de mayor represión contra las prácticas religiosas
Contribuyó a la escalada del conflicto
Restringía severamente las actividades del clero y requería su registro ante el Estado
Fue una decisión tomada por la resistencia de la Iglesia a las medidas anticlericales
Marcó el inicio de una confrontación más directa entre el Estado y la Iglesia
Profundamente afectada por ser mayoritariamente católica y ver en la práctica religiosa un pilar de su vida
Se llevaban a cabo con gran peligro
Como el padre Miguel Agustín Pro Juárez, quien organizó misas y actividades religiosas secretas
Se enfrentaron a las fuerzas federales motivados por la defensa de su fe y tradiciones
Se convirtió en su lema, simbolizando la lucha por la libertad religiosa y la resistencia a las políticas de secularización forzada y a la reforma agraria
Gracias a la mediación del embajador estadounidense Dwight Morrow, se llegó a un acuerdo que permitió la reanudación del culto público y el cese de las hostilidades en 1929