La formación del gobierno independiente de México tras la independencia en 1821, marcada por intensos debates políticos, llevó a la coronación de Iturbide como emperador. Su gobierno enfrentó desafíos económicos y sociales, culminando en su caída y la búsqueda de un nuevo orden político. La experiencia del imperio de Iturbide fue fundamental en la consolidación de un sistema republicano federal en México.
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Los conservadores querían mantener la influencia de la Iglesia, la aristocracia terrateniente y el ejército
Los liberales promovían la separación de la Iglesia y el Estado y la abolición de los privilegios eclesiásticos
Establecieron la Junta Provisional Gubernativa y la Regencia encabezada por Agustín de Iturbide
Establecido en 1822, tenía como objetivos redactar una nueva Constitución y aprobar un presupuesto nacional
Respaldado por la anexión de provincias y su base política, Iturbide fue proclamado emperador en 1822
Iturbide disolvió el Congreso y creó este cuerpo legislativo más afín a sus políticas
El Imperio Mexicano heredó un territorio vasto pero económicamente devastado por la lucha por la independencia
Iturbide confiscó bienes y estableció préstamos forzosos, pero estas medidas empeoraron la crisis económica y generaron descontento
Las medidas económicas de Iturbide generaron descontento entre los sectores comerciales y terratenientes
La oposición liberal se intensificó contra el régimen de Iturbide, especialmente después de la disolución del Congreso
Liderado por Antonio López de Santa Anna, el Plan de Casa Mata llevó al derrocamiento de Iturbide en 1823
Iturbide fue ejecutado por traición en 1824, tras su regreso al país