La retina, esencial para la visión, se desarrolla desde el diencéfalo y se compone de capas que incluyen fotorreceptores y neuronas. Su anatomía permite la conversión de luz en señales eléctricas, con células de asociación y glía que mantienen la homeostasis. La irrigación sanguínea es vital para su nutrición y función.
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Durante el desarrollo embrionario, la retina se forma a partir de la invaginación del diencéfalo
Hoja externa
La hoja externa de la copa óptica da origen al epitelio pigmentario retiniano
Hoja interna
La hoja interna de la copa óptica se diferencia en la retina neural o "pars nervosa"
La retina es una extensión del sistema nervioso central, de naturaleza neuroectodérmica
La retina se organiza en diez capas con funciones especializadas
El EPR absorbe la luz, previene el deslumbramiento y desempeña un papel en el metabolismo de los fotorreceptores
Los segmentos externos de los fotorreceptores convierten la energía lumínica en señales eléctricas
Las células de asociación en la retina modulan la señalización visual mediante la integración y el procesamiento lateral de la información
La glía retiniana proporciona soporte estructural, regulación del ambiente extracelular y protección inmunológica para la retina
La retina obtiene nutrientes y oxígeno de dos sistemas vasculares distintos
El sistema coroideo suministra oxígeno y nutrientes a las capas externas de la retina
La arteria central de la retina irriga las capas internas de la retina