La columna vertebral es fundamental para el soporte y movimiento del cuerpo humano, protegiendo la médula espinal y manteniendo el equilibrio. Compuesta por vértebras y discos intervertebrales, presenta curvaturas que optimizan la biomecánica corporal. La médula espinal, protegida por meninges y líquido cefalorraquídeo, tiene una organización interna que facilita la transmisión de señales nerviosas.
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La región cervical está compuesta por 7 vértebras y se caracteriza por su pequeño tamaño y agujeros transversales
La región torácica está compuesta por 12 vértebras y se distingue por sus facetas articulares para la conexión con las costillas
La región lumbar está compuesta por 5 vértebras y se adapta para soportar cargas más pesadas
Cada vértebra consta de un cuerpo vertebral, pedículos, láminas, apófisis transversas, apófisis articulares y una apófisis espinosa
Las vértebras cervicales se caracterizan por su pequeño tamaño y agujeros transversales, que permiten el paso de vasos sanguíneos
Las vértebras torácicas tienen facetas articulares para la conexión con las costillas, contribuyendo a la estructura de la caja torácica
La columna vertebral no solo soporta el peso del cuerpo y permite el movimiento, sino que también protege la médula espinal y sirve como eje principal para la postura y el equilibrio
La unidad funcional básica de la columna vertebral incluye dos vértebras contiguas y el disco intervertebral, así como las articulaciones facetarias y los ligamentos que las conectan
Las curvaturas fisiológicas de la columna vertebral, en forma de lordosis y cifosis, son cruciales para distribuir de manera eficiente el peso corporal y absorber los impactos durante las actividades diarias