El arte paleocristiano y bizantino refleja la evolución cultural y religiosa desde los primeros siglos cristianos hasta la caída de Constantinopla. Surgido en el Oriente helenístico, el arte paleocristiano se caracterizó por su simbolismo y narrativa religiosa, evolucionando hacia el estilo bizantino, notable por su continuidad y adaptación a los cambios del Imperio, con iglesias de cruz griega y decoración rica en mosaicos y miniaturas.
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El arte paleocristiano se originó en el contexto del Oriente helenístico, especialmente en regiones como Siria y Egipto
Los cristianos practicaban su fe en secreto debido a la persecución romana, lo que influyó en el desarrollo del arte paleocristiano
El Edicto de Milán en 313 permitió la construcción de los primeros edificios de culto cristianos, inspirados en la arquitectura civil romana
El arte paleocristiano recibió una fuerte influencia del arte romano durante sus primeros seis siglos de desarrollo
El arte paleocristiano se divide en dos fases: antes y después del Edicto de Milán
Las catacumbas y las basílicas fueron las principales manifestaciones arquitectónicas del arte paleocristiano
La pintura paleocristiana se distingue por iniciar la transición hacia la pintura medieval, con un enfoque en la simbología y la narrativa religiosa
Los artistas cristianos evitaban la tridimensionalidad en la pintura para no caer en la idolatría pagana
A partir del siglo VI, la pintura paleocristiana comenzó a ser influenciada por el emergente estilo bizantino
El arte bizantino tomó forma tras la división del Imperio romano en el año 395, con Constantinopla como su capital
Durante el reinado de Justiniano I, el arte bizantino experimentó un periodo de gran actividad constructiva y artística
El arte bizantino se caracterizó por su continuidad y adaptación a los cambios políticos y sociales del Imperio bizantino