El sistema esquelético, compuesto por 206 huesos, cartílagos y ligamentos, es fundamental para el soporte estructural, movimiento y protección de órganos vitales. Los huesos, clasificados en largos, cortos, planos e irregulares, cumplen diversas funciones, incluyendo la hematopoyesis y el almacenamiento de energía. La anatomía del esqueleto humano se divide en cabeza, tronco y extremidades, cada una con roles específicos en la protección y la locomoción.
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El tejido óseo es un tipo de tejido conectivo especializado que proporciona rigidez al hueso
El periostio es una membrana densa que recubre los huesos y es esencial para su nutrición y reparación
La médula ósea es un tejido que se encuentra en el interior de los huesos y es responsable de la producción de células sanguíneas
Los huesos largos, como el fémur, son primordiales en las extremidades y proporcionan soporte y movimiento
Los huesos cortos, como los carpianos, proporcionan estabilidad y soporte al cuerpo
Los huesos planos, como el esternón, ofrecen protección y sirven como puntos de inserción muscular
La cabeza está compuesta por 22 huesos que protegen el cerebro y estructuran las cavidades y órganos sensoriales
El tronco incluye la columna vertebral, las costillas y el esternón, que protegen y sostienen órganos vitales
Las extremidades superiores e inferiores están especializadas en la manipulación y la locomoción, respectivamente
Las extremidades superiores, compuestas por la cintura escapular, el brazo, el antebrazo y la mano, permiten una amplia gama de movimientos y funciones
Las extremidades inferiores, compuestas por la cintura pélvica, el muslo, la pierna y el pie, soportan el peso corporal y facilitan la marcha y el equilibrio