El Estado Absolutista y su evolución es central en la comprensión de la modernidad política. Con figuras como Luis XIV y teóricos como Hobbes, se estableció la soberanía monárquica y el contrato social como bases del poder. Eventualmente, la Revolución Gloriosa inició la transición hacia un Estado de Derecho, separando el poder del monarca y sentando las bases para la democracia moderna y la protección de los derechos individuales.
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El Estado Absolutista se desarrolló en Europa durante los siglos XVII y XVIII
El Estado Absolutista marcó una época de transición hacia la modernidad política en Europa
El Estado Absolutista se caracterizó por la centralización del poder en la figura del monarca y la ausencia de controles externos e internos
Luis XIV de Francia, con su famoso lema "El Estado soy yo", es el arquetipo del monarca absolutista
En Inglaterra, Carlos II y Jacobo II intentaron consolidar el absolutismo, aunque con menos éxito que Luis XIV
Aunque la soberanía absoluta era el fundamento del poder monárquico, el equilibrio de poderes variaba considerablemente entre diferentes naciones
Thomas Hobbes proporcionó una de las justificaciones más influyentes del absolutismo monárquico a través de su obra "Leviatán"
En el contexto de las guerras civiles inglesas, Hobbes desarrolló una teoría política que enfatizaba la necesidad de un poder soberano y centralizado para evitar el caos y la violencia
Hobbes es una figura central en la tradición del iusnaturalismo y el contractualismo, que postulan la existencia de derechos naturales universales e inalienables y el surgimiento del orden social a través de un contrato voluntario entre individuos
En la filosofía política de Hobbes, el Estado es una construcción artificial creada por los individuos para escapar del estado de naturaleza
Según Hobbes, los individuos transfieren sus derechos al soberano a través del contrato social para garantizar la paz y la seguridad colectiva
La soberanía del Estado es absoluta y se manifiesta en su capacidad para legislar y mantener el orden, fundamentándose en la autoridad del soberano que debe ser incontestable para evitar el retorno al caos
Con el surgimiento de movimientos revolucionarios y las ideas ilustradas, comenzaron a surgir críticas y desafíos al modelo de gobierno absolutista
La "Revolución Gloriosa" de 1688 en Gran Bretaña estableció una monarquía constitucional y subordinó el poder del rey al Parlamento y a la ley
Este cambio significó un avance hacia el Estado de Derecho, un sistema en el que el poder se ejerce de acuerdo con normas establecidas y aceptadas por la sociedad, y no según la voluntad arbitraria de un gobernante