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Los motores transforman la energía en movimiento mecánico y se clasifican en eléctricos y térmicos. Los eléctricos destacan por su eficiencia y diseño, mientras que los térmicos, como los de combustión interna, son esenciales en la industria automotriz. La elección del tipo de motor depende de la aplicación, eficiencia y normativas ambientales. Los combustibles, como la gasolina y el diésel, influyen en el rendimiento del motor y las emisiones contaminantes.
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Los motores eléctricos se clasifican en dos tipos principales: corriente continua (CC) y corriente alterna (CA)
Interacción de campos magnéticos en el estator y el rotor
Los motores eléctricos funcionan mediante la interacción de campos magnéticos en el estator y el rotor, convirtiendo la energía eléctrica en fuerza rotacional
Los motores eléctricos son conocidos por su eficiencia energética, diseño compacto, alto torque desde el arranque y operación limpia sin emisiones directas de gases contaminantes
Los motores térmicos se dividen en motores de combustión externa y motores de combustión interna
Conversión de energía química en energía mecánica
Los motores térmicos convierten la energía química contenida en combustibles en energía mecánica a través de procesos de combustión interna o externa
Los combustibles más comunes para motores térmicos son derivados del petróleo, como la gasolina y el diésel
Los motores de ciclo Otto se encienden mediante una chispa de una bujía, mientras que los motores diésel se encienden por compresión de aire a alta temperatura
Los motores diésel son más eficientes y se utilizan en vehículos pesados y maquinaria, mientras que los motores de ciclo Otto son comunes en automóviles de gasolina
Ambos tipos de motores han evolucionado hacia tecnologías de inyección directa y multipunto para mejorar la eficiencia y reducir emisiones