La desintegración del Imperio Inca y la resistencia ante la conquista española marcan un periodo de lucha y persistencia cultural. La guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, la captura de este último por Pizarro y la ambición de los conquistadores por riquezas como la canela, delinean el fin de una era. Sin embargo, las tradiciones incaicas y los mitos indígenas continúan reflejando la riqueza de una civilización que resistió más allá de su conquista.
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La muerte de Huayna Cápac desató una lucha entre sus hijos Huáscar y Atahualpa por el control del imperio
La división del imperio fue resultado de la política de expansión y las preferencias de Huayna Cápac
La lucha entre los hermanos debilitó aún más la cohesión del imperio en vísperas de la llegada de los conquistadores
Los españoles se infiltraron en el territorio y capturaron a Atahualpa en la emboscada de Cajamarca
La muerte de Atahualpa simbolizó el fin del poder inca y la disposición de Pizarro de enterrarlo en Cajamarca
A pesar de la conquista, líderes como Rumiñahui continuaron la lucha y las tradiciones incaicas sobrevivieron en las ciudades sometidas
La codicia de los conquistadores los llevó a emprender una expedición hacia el este en busca de la canela y otras riquezas
La expedición siguió la ruta de la procesión fúnebre de Atahualpa y las campañas de Belalcázar en su búsqueda de riquezas
La expedición se enfrentó a enormes dificultades y desilusiones al perseguir mitos de tierras llenas de especias en la selva amazónica
El encuentro entre conquistadores e indígenas fue un intercambio cultural que trascendió la confrontación armada
Los pueblos originarios compartieron sus mitos y cosmovisión, como la leyenda de una gran serpiente que representaba la vastedad de la tierra
Las narrativas indígenas ofrecían una visión del mundo muy distinta a la de los conquistadores, evidenciando la complejidad y riqueza de la cultura inca que sobrevivió más allá de la conquista