La filosofía occidental tiene sus raíces en la antigua Grecia, donde pensadores como Tales y Sócrates buscaron explicaciones racionales al mundo. Este enfoque intelectual surgió de un contexto de ciudades-estado autónomas, comercio y pluralismo cultural, marcando un giro del mito al logos y estableciendo las bases del pensamiento filosófico que influiría en siglos posteriores.
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Durante el siglo VII a.C., Grecia se componía de múltiples ciudades-estado autónomas
Las ciudades-estado autónomas, conocidas como polis, compartían un idioma común y creencias religiosas
Los juegos panhelénicos, en particular los Juegos Olímpicos, servían como un importante vínculo cultural
Las ciudades portuarias, gracias a su prosperidad derivada del comercio marítimo, generaron una clase social con los recursos y el ocio necesarios para dedicarse al pensamiento
La ausencia de una jerarquía sacerdotal rígida en la religión griega permitió un pluralismo de creencias y una tolerancia ideológica que favorecieron la especulación filosófica
Tras la destrucción de Mileto por los persas, Atenas asumió el liderazgo intelectual, atrayendo a filósofos de renombre como Sócrates
Los mitos, que proporcionaban interpretaciones sobrenaturales de la realidad, fueron progresivamente sustituidos por un enfoque basado en la razón y la observación de la naturaleza
Los primeros filósofos, conocidos como presocráticos, se esforzaron por encontrar principios naturales o arché para explicar el origen y la estructura del cosmos
El cambio paradigmático de la explicación mítica a la racional marcó una revolución intelectual en Grecia