El declive del Imperio Romano de Occidente fue marcado por factores internos como la inestabilidad política y económica, y externos como las invasiones bárbaras. La división del imperio, los cambios religiosos y la fusión cultural con los pueblos germánicos desembocaron en su caída en 476, dando paso a la Edad Media y dejando un legado que perduró en el Imperio Bizantino.
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El Imperio Romano se extendía desde las islas británicas hasta el Oriente Medio
La Pax Romana permitió el florecimiento de la cultura, el comercio y la ingeniería
Mantener la cohesión de un imperio tan vasto resultó ser un desafío creciente
La economía sufrió debido a la dependencia de la mano de obra esclava y la inflación, mientras que la corrupción y la inestabilidad política debilitaron el gobierno central
Las incursiones de pueblos como los godos, sasánidas y hunos presionaron las fronteras del Imperio Romano
La caída del Imperio Romano fue influenciada por una combinación de factores internos y externos
La división del Imperio Romano en dos entidades administrativas en 395 marcó el comienzo de trayectorias divergentes para ambas mitades
La adopción del cristianismo como religión estatal por el emperador Constantino transformó el tejido cultural del imperio
La fundación de Constantinopla como nueva capital en el este reforzó la importancia estratégica y económica de la región oriental
La interacción entre romanos y pueblos considerados "bárbaros" fue compleja, involucrando tanto conflictos como asimilación
Grupos como los visigodos, ostrogodos y francos se asentaron dentro de las fronteras del imperio, adoptando la lengua latina, el cristianismo y otras costumbres romanas
La fusión cultural entre romanos y pueblos bárbaros enriqueció el tejido social del imperio, aunque también planteó desafíos a la identidad y cohesión romanas
Durante los siglos IV y V, una serie de invasiones por distintos pueblos "bárbaros" erosionó el control romano sobre sus provincias
Los visigodos saquearon Roma en 410, lo que representó una pérdida territorial y minó la autoridad imperial
Los hunos, bajo Atila, amenazaron tanto a Oriente como a Occidente, debilitando la capacidad de Roma para defenderse
La deposición del último emperador romano, Rómulo Augústulo, en 476 por el jefe bárbaro Odoacro, marcó el fin del Imperio Romano de Occidente
La deposición del último emperador llevó a la fragmentación política y al surgimiento de reinos germánicos en Europa
A pesar de la discontinuidad política, la herencia romana persistió a través de la Iglesia, el derecho y las estructuras administrativas, influyendo en el desarrollo de la civilización medieval europea
Mientras Occidente declinaba, el Imperio Romano de Oriente, conocido como Bizantino, continuó prosperando con Constantinopla como su capital
Este imperio mantuvo muchas de las tradiciones romanas, adaptándolas a un contexto cristiano ortodoxo y helenístico
Aunque cultural y lingüísticamente distinto de su contraparte occidental, el Imperio Bizantino preservó el legado romano en áreas como el derecho, la arquitectura y la administración hasta su caída en 1453