La gastritis es una inflamación de la mucosa gástrica con variantes agudas y crónicas. Los síntomas varían desde dolor epigástrico hasta náuseas y vómitos. La erosiva puede causar hemorragias, mientras que la crónica puede llevar a atrofia gástrica y anemia perniciosa. El diagnóstico se realiza mediante endoscopia y biopsia, y el tratamiento incluye desde cambios dietéticos hasta medicamentos y erradicación de H. pylori.
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La gastritis aguda erosiva es causada por el consumo de antiinflamatorios no esteroideos, alcohol o exposición a radioterapia
La gastritis aguda no erosiva está frecuentemente asociada a la infección por Helicobacter pylori
La gastritis aguda se caracteriza por una duración breve y síntomas intensos
La gastritis crónica puede resultar de infecciones persistentes por H. pylori, agresiones químicas continuas al estómago, reflujo de bilis desde el duodeno o trastornos autoinmunitarios
La gastritis crónica se clasifica en función de la etiología y las características histológicas de la inflamación
La gastritis crónica puede llevar a cambios morfológicos permanentes, como la atrofia gástrica, que alteran la función del estómago
La gastritis ocurre cuando se daña la barrera mucosa gástrica, permitiendo que los agentes agresivos entren en contacto directo con la mucosa y causen inflamación y daño tisular
En la gastritis aguda, la inflamación es generalmente reversible, pero en la crónica puede persistir y causar cambios morfológicos permanentes
La atrofia gástrica crónica puede llevar a una mala absorción de nutrientes, como la vitamina B12, resultando en anemia perniciosa
Los síntomas de la gastritis aguda incluyen dolor epigástrico agudo, indigestión, pérdida del apetito, náuseas y vómitos
La gastritis erosiva puede causar hemorragia gastrointestinal, evidenciada por vómitos con sangre o heces negras y alquitranadas
Los síntomas de la gastritis crónica pueden ser más sutiles y crónicos, incluyendo malestar epigástrico, sensación de plenitud precoz y pérdida del apetito