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Las reacciones alérgicas y las enfermedades autoinmunes son el resultado de respuestas inmunitarias exageradas. La hipersensibilidad tipo I se manifiesta con síntomas como rinitis y anafilaxia, mediada por IgE y células como mastocitos. La tipo II involucra anticuerpos contra células propias, causando condiciones como anemia hemolítica. La tipo III se asocia con inmunocomplejos y enfermedades como lupus, mientras que la tipo IV implica células T y trastornos como artritis reumatoide.
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Los linfocitos TH2 favorecen la producción de anticuerpos IgE específicos para alérgenos
Histamina
Induce vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular
PAF y leucotrienos
Causan contracción del músculo liso y broncoespasmo en asma alérgica
Proteasas neutras
Pueden activar cascadas inflamatorias adicionales
Pueden manifestarse en reacciones locales o sistémicas, desde rinitis alérgica hasta anafilaxia
Los anticuerpos pueden activar el sistema del complemento o células efectoras, causando destrucción celular o disfunción tisular
Varían según el tejido afectado y el tipo de anticuerpo involucrado
Anemia hemolítica autoinmunitaria y pénfigo vulgar son ejemplos de trastornos mediados por anticuerpos
Los inmunocomplejos depositados en tejidos desencadenan una respuesta inflamatoria y daño tisular
Lupus eritematoso sistémico y glomerulonefritis postestreptocócica son ejemplos de trastornos mediados por inmunocomplejos
Pueden incluir artritis, lesiones cutáneas y daño renal
Las células T secretan citocinas que activan macrófagos y reclutan neutrófilos, causando inflamación crónica y destrucción de tejidos específicos
Artritis reumatoide, esclerosis múltiple y diabetes mellitus tipo I son ejemplos de enfermedades autoinmunes