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Las etapas del proceso de conflicto incluyen la oposición potencial, la personalización, la definición de intenciones, el comportamiento observable y los resultados que pueden ser funcionales o disfuncionales. Una gestión adecuada del conflicto considera las diferencias culturales y promueve un diálogo basado en intereses compartidos, esencial para la resolución efectiva y el desempeño grupal.
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La existencia de condiciones como la comunicación deficiente, roles ambiguos o recursos limitados, y diferencias personales como valores o expectativas, pueden crear un terreno fértil para el surgimiento del conflicto
Estructuras organizacionales con roles ambiguos
La existencia de estructuras organizacionales con roles ambiguos puede generar malentendidos y conflictos en un grupo
Recursos limitados
La escasez de recursos puede generar competencia y conflictos entre los miembros de un grupo
Las diferencias personales en términos de valores o expectativas pueden generar desacuerdos y conflictos en un grupo
Las personas implicadas en un conflicto pueden interpretar de manera personal las condiciones que lo rodean, lo que puede desencadenar emociones negativas como la ansiedad o la hostilidad
En esta etapa, se reconoce la existencia del conflicto y se sientan las bases para su posible resolución
Las intenciones reflejan decisiones acerca de cómo una persona desea abordar el conflicto, y pueden ser de cinco tipos: competir, colaborar, evitar, ceder y transigir
Las intenciones se basan en dos dimensiones fundamentales: asertividad y cooperación
En esta etapa, el conflicto se manifiesta a través de acciones y reacciones concretas de las partes involucradas, que pueden variar en intensidad y no siempre coinciden con las intenciones iniciales
Los comportamientos que promueven la colaboración y la comunicación abierta suelen correlacionarse con un desempeño grupal más efectivo
La evitación y la competencia extrema pueden ser indicativos de un desempeño grupal deficiente
Los resultados funcionales del conflicto incluyen la mejora en la calidad de las decisiones, el fomento de la innovación y la creatividad, y la prevención de la estagnación grupal
Los resultados disfuncionales del conflicto pueden manifestarse en una comunicación deteriorada, una disminución de la cohesión grupal y un clima de desconfianza
Un conflicto moderado y bien gestionado puede ser constructivo al promover la reflexión crítica y la adaptación al cambio, mientras que un conflicto excesivo y mal gestionado puede socavar la eficacia y la supervivencia del grupo
Una gestión efectiva del conflicto requiere el reconocimiento de los desacuerdos sustanciales y la promoción de un diálogo abierto basado en intereses compartidos
Los grupos que manejan exitosamente los conflictos son aquellos que abordan las diferencias de manera transparente y están equipados para enfrentar los desafíos cuando surgen
Las diferencias culturales pueden influir en las estrategias de manejo de conflictos, ya que las culturas colectivistas pueden evitar la confrontación directa, mientras que las culturas individualistas pueden ser más propensas a abordar los conflictos de manera directa y asertiva