La investigación clínica se divide en estudios experimentales y observacionales, cada uno con métodos y objetivos distintos. Los primeros, como los ensayos clínicos controlados aleatorizados, buscan evaluar la eficacia de intervenciones en condiciones controladas, mientras que los estudios observacionales, incluyendo cohortes y casos-control, son clave para entender la efectividad de tratamientos en la práctica real. Además, la jerarquía de la calidad de la evidencia clasifica los estudios según su diseño, siendo los aleatorizados los de mayor calidad.
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La asignación aleatoria permite un control riguroso de las variables en los estudios experimentales
Intervención
Los estudios experimentales utilizan grupos de intervención y control para evaluar los efectos de una intervención
Control
Los estudios experimentales utilizan grupos de intervención y control para comparar los resultados de una intervención con un grupo que no la recibe
Los estudios experimentales tienen alta validez interna debido a la asignación aleatoria, pero pueden comprometer la validez externa al no reflejar la práctica clínica habitual
Los estudios observacionales registran la evolución de los pacientes bajo condiciones naturales
Los estudios observacionales pueden comprometer la validez interna al no intervenir en la asignación de los sujetos, pero mejoran la validez externa al reflejar la práctica clínica habitual
Los estudios de eficacia evalúan cómo una intervención produce un efecto en condiciones óptimas y controladas
Los estudios de efectividad examinan la aplicación de intervenciones en el contexto de la práctica clínica real, lo que es esencial para informar la toma de decisiones en salud
Los ECCA son el paradigma de estudio experimental para evaluar la eficacia de una intervención
Los ensayos clínicos pragmáticos se diseñan para reflejar condiciones más realistas y evaluar la efectividad de una intervención en el entorno clínico habitual