Las aves poseen un esqueleto altamente especializado para el vuelo, con huesos ligeros y neumatizados que contribuyen a su capacidad aérea. La estructura del cráneo, las adaptaciones vertebrales, la evolución de las alas y la musculatura reflejan la complejidad de su anatomía. El esqueleto pelviano soporta el peso corporal, mientras que las articulaciones y músculos permiten una gran movilidad, esencial para el vuelo y otras actividades.
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Los huesos de las aves son ligeros y fuertes para permitir el vuelo
Los huesos de las aves contienen cavidades de aire para reducir su peso sin comprometer su resistencia
Los huesos de las aves son más propensos a astillarse debido a su menor elasticidad
La ausencia de dientes y la presencia de un pico ligero contribuyen a la reducción del peso corporal en las aves
Las suturas craneales se fusionan poco después de la eclosión en las aves, lo que dificulta la identificación de los huesos individuales
En aves como los loros, la articulación craneofacial es especialmente flexible, permitiendo un mayor rango de movimiento para manipular objetos
El cráneo de las aves se distingue por su estructura liviana y su forma abovedada
Las aves tienen grandes órbitas oculares separadas por un septo interorbitario delgado
Los huesos faciales de las aves se han modificado para formar un pico adaptado a su dieta y comportamiento
La columna vertebral de las aves se divide en secciones cervical, torácica, lumbosacra y coccígea
Las vértebras cervicales de las aves son numerosas y flexibles, facilitando la movilidad del cuello
Las costillas de las aves se articulan con un esternón prominente, que en las aves voladoras presenta una quilla para la inserción de los músculos pectorales