La Revolución Francesa se desencadenó por una crisis económica y una desigualdad social marcada. Campesinos y burgueses enfrentaron alzas de precios y desempleo, mientras la monarquía lidiaba con una crisis financiera. Eventos como la toma de la Bastilla y la Constitución de 1791 transformaron a Francia, culminando en el radicalismo jacobino y el Terror de Robespierre.
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La crisis económica en el siglo XVIII afectó a la sociedad francesa y fue una de las principales causas de la Revolución Francesa
Afectación a los campesinos
Los campesinos sufrían por el aumento de las rentas señoriales y las malas cosechas, lo que provocaba su resistencia a pagar dichas rentas
Escasez de alimentos y alza de precios en las ciudades
La escasez de alimentos y el alza de precios en las ciudades provocaron disturbios contra los especuladores y aumentaron el descontento social
La burguesía emergente deseaba un cambio político que favoreciera la libertad económica, instituciones representativas y la igualdad civil, lo que contribuyó a la Revolución Francesa
La monarquía francesa enfrentaba una grave crisis financiera debido al costoso apoyo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y el creciente gasto público
La aristocracia se oponía a cualquier reforma que implicara su contribución impositiva, lo que agravó la crisis financiera
Ante el estancamiento fiscal, el rey Luis XVI convocó a los Estados Generales en 1789 para encontrar soluciones a la crisis financiera
Ante la resistencia del rey y la nobleza a las demandas del Tercer Estado, sus diputados se proclamaron Asamblea Nacional y se comprometieron a establecer una nueva Constitución para Francia
La toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, un acto simbólico contra el despotismo, desencadenó una ola de revueltas antiseñoriales conocida como el Gran Miedo
La toma de la Bastilla marcó un punto de no retorno en la Revolución, demostrando el poder del descontento popular y la capacidad de acción colectiva
La Asamblea Nacional Constituyente abolió el feudalismo y los privilegios, promulgando la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
La Constitución de 1791 estableció una monarquía constitucional con separación de poderes y sufragio censitario
A pesar de las reformas, la oposición de los sectores privilegiados y el intento de fuga del rey hacia Austria socavaron la relación entre la monarquía y la Asamblea, lo que finalmente llevó a la aceptación formal de la Constitución por parte del rey