El corazón, esencial en el sistema circulatorio, consta de cuatro cámaras y células especializadas que permiten su contracción sincrónica. Los miocardiocitos generan potenciales de acción con una fase de meseta, evitando la tetanización. El nodo sinusal regula la frecuencia cardíaca, influenciada por el sistema nervioso autónomo. El ciclo cardíaco, con sus fases de diástole y sístole, y los determinantes del volumen latido, como la precarga y el inotropismo, son cruciales para la función cardíaca eficiente.
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El corazón se compone de cuatro cámaras: dos aurículas superiores y dos ventrículos inferiores
Clasificación de los miocardiocitos
Los miocardiocitos se clasifican en auriculares y ventriculares
Función de los miocardiocitos
Los miocardiocitos son responsables de la contracción cardíaca
Los discos intercalados son estructuras especializadas que permiten la transmisión eléctrica rápida y coordinada en el tejido cardíaco
El potencial de acción cardíaco se divide en cinco fases numeradas de 0 a 4
La fase de meseta es crucial porque prolonga el potencial de acción y permite un periodo refractario extendido
La contracción cardíaca depende en mayor medida del flujo de calcio extracelular hacia el interior de las células
Las células del sistema de excitación-conducción cardíaco tienen la propiedad de autoexcitabilidad, lo que les permite generar y propagar impulsos eléctricos de manera autónoma
El nodo sinusal actúa como marcapasos natural del corazón y establece la frecuencia cardíaca basal
La frecuencia cardíaca puede ser modulada por influencias del sistema nervioso autónomo, como las señales simpáticas y parasimpáticas
El ciclo cardíaco se divide en dos fases principales: diástole y sístole
Durante la diástole, se incluyen la relajación isovolumétrica, el llenado ventricular y la contracción auricular
Durante la sístole, se incluyen la contracción isovolumétrica y la fase de eyección ventricular