Las Guerras de Religión en Francia marcaron un período de intensos conflictos entre católicos y hugonotes. Francisco II, influenciado por los Guisa, exacerbó las tensiones, mientras que Catalina de Medici intentó la reconciliación. La radicalización del conflicto llevó a la masacre del Día de San Bartolomé y finalmente a la Paz de Nantes con Enrique IV, garantizando la libertad de culto y fortaleciendo la monarquía.
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Francisco II delegó gran parte del poder a los Guisa, una familia católica prominente, influenciado por su esposa María Estuardo
Figuras destacadas de la nobleza protestante
La oposición a los Guisa contaba con figuras como Antonio de Borbón y Anne de Montmorency
La oposición a los Guisa culminó en la fallida Conjura de Amboise
Catalina de Medici buscó la reconciliación entre católicos y protestantes, promoviendo una política de tolerancia religiosa
En 1562, el Edicto de Enero concedió a los calvinistas ciertas libertades de culto, aunque limitadas
La oposición de los católicos más intransigentes llevó a la formación de un triunvirato católico que se resistía a cualquier concesión
Las guerras subsecuentes reflejaron una creciente radicalización y polarización entre católicos y hugonotes
Los hugonotes, liderados por figuras como el almirante Coligny, se fortalecieron en bastiones como La Rochelle
La masacre del Día de San Bartolomé en 1572 fortaleció la resistencia hugonote y llevó al surgimiento de católicos moderados que abogaban por la paz
La conversión al catolicismo y coronación de Enrique IV en 1594 fue un paso estratégico para apaciguar a la mayoría católica de Francia
El reinado de Enrique IV enfrentó la oposición de la Liga Católica y la intervención de España
Finalmente, el reinado de Enrique IV logró la estabilidad con la firma del Edicto de Nantes en 1598, que garantizaba la libertad de culto a los protestantes y fortalecía la autoridad de la monarquía francesa