La monarquía absolutista de Francia, marcada por un sistema tributario injusto y la falta de libertades, llevó al descontento que desató la Revolución Francesa. Las reformas fallidas de Luis XVI y la crisis económica agudizaron la tensión, culminando en la toma de la Bastilla y el avance hacia una sociedad más igualitaria y republicana.
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El poder del Rey era considerado de origen divino y sin restricciones
Sistema Tributario Injusto
Los campesinos eran gravados pesadamente mientras que la nobleza y el clero disfrutaban de exenciones fiscales
Exclusión de la Burguesía
A pesar de su creciente poder económico, la burguesía estaba excluida del poder político y resentida por los privilegios de las clases altas
La libertad individual era limitada y la detención sin juicio previo era una práctica común
Los intentos de reforma económica para resolver la crisis financiera de la corona fueron infructuosos debido a la resistencia de la nobleza
La oposición al régimen se intensificó debido a la falta de soluciones efectivas a la crisis financiera y la destitución de Jacques Necker
La Asamblea Nacional desafió la autoridad real al declarar ilegales las contribuciones no aprobadas por ella y comprometerse a redactar una nueva constitución
La captura de la Bastilla, símbolo del triunfo del pueblo sobre el absolutismo, marcó un punto de no retorno en la revolución
La inestabilidad persistió y se intensificó con la fuga fallida del Rey y la marcha de los revolucionarios sobre Versalles
La Revolución Francesa avanzó hacia una fase más radical con demandas de cambios profundos en la estructura gubernamental y social de Francia